DERECHOS HUMANOS:
Los derechos
humanos son aquellas libertades, facultades, instituciones o
reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que
incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la
garantía de una vida digna, sin distinción alguna de
etnia,
color,
sexo,
idioma,
religión,
orientación sexual, opinión política o de cualquier otra índole,
origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición.
Así,
por ejemplo, en relación con la
pena de
muerte, contraria a la
Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el
Segundo
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
destinado a abolir la pena de muerte no ha sido firmado por países como la
República Popular China,
Irán,
Estados Unidos,
Vietnam,
Japón,
India o
Guatemala.
4
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos
se han definido como las condiciones que permiten crear una relación integrada
entre la
persona y
la
sociedad,
que permita a los
individuos ser
personas jurídicas, identificándose consigo
mismos y con los otros.
Derechos y obligaciones
Los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones.
Los Estados asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho
internacional, de respetar, proteger y realizar los derechos humanos. La
obligación de respetarlos significa que los Estados deben abstenerse de
interferir en el disfrute de los derechos humanos, o de limitarlos. La
obligación de protegerlos exige que los Estados impidan los abusos de los
derechos humanos contra individuos y grupos. La obligación de realizarlos
significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar el
disfrute de los derechos humanos básicos. En el plano individual, así como
debemos hacer respetar nuestros derechos humanos, también debemos respetar los
derechos humanos de los demás.
BIOETICA:
La bioética es la rama de la ética que se dedica a
proveer los principios para la correcta conducta humana respecto a la
vida, tanto de la vida
humana como de la vida no humana (animal y vegetal), así como al ambiente en el
que pueden darse condiciones aceptables para la vida.
En su sentido más amplio, la bioética, a diferencia de la
ética médica,
no se limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas éticos que
tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a
cuestiones relacionadas con el
medio
ambiente y al
trato debido
a los animales. Se han formulado una serie de definiciones respecto
a la disciplina de la Bioética, siendo una de ellas la adoptada por la Unidad
Regional de Bioética de la OPS, con sede en Santiago de Chile y que, modificada
por el S.J. Alfonso Llano Escobar en una revista de la especialidad, define a
la Bioética como "el uso creativo del diálogo inter y transdisciplinar
entre ciencias de la vida y valores humanos para formular, articular y, en la
medida de lo posible, resolver algunos de los problemas planteados por la
investigación y la intervención sobre la vida, el medio ambiente y el planeta
Tierra".
1 Sin
embargo, cabe destacar, que ya en 1978, el Kennedy Institute de la Universidad
jesuita de Georgetown en Estados Unidos, había publicado la primera
Enciclopedia de Bioética en cuatro volúmenes, dirigida por Warren Reich, un
teólogo católico, donde se define a la Bioética como el "estudio
sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y la
salud, examinado a la luz de los valores y principios morales"
DELIMITANDO EL CONCEPTO
El término “bioética” fue utilizado por primera vez por V.
R. Potter hace poco más de treinta años (Potter, 1970). Con este término aludía
Potter a los problemas que el inaudito desarrollo de la tecnología plantea a un
mundo en plena crisis de valores. Urgía así a superar la actual ruptura entre
la Ciencia y la Tecnología de una parte y las Humanidades de otra. Ésta fisura
hunde sus raíces en la asimetría existente entre el enorme desarrollo
tecnológico actual que otorga al hombre el poder de manipular la intimidad
del ser humano y alterar el medio, y la ausencia de un aumento correlativo en
su sentido de responsabilidad por el que habría de obligarse a sí
mismo a orientar este nuevo poder en beneficio del propio hombre y de su
entorno natural.
La bioética surge por tanto como un intento de
establecer un puente entre ciencia experimental y
humanidades (Potter, 1971) . De ella se espera una formulación de principios
que permita afrontar con responsabilidad –también a nivel global- las
posibilidades enormes, impensables hace solo unos años, que hoy nos ofrece la
tecnología.
DIGNIDAD:
La dignidad, o «cualidad de digno», deriva del adjetivo
latino 'digno y se traduce por «valioso». Hace referencia al valor inherente al
ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las
personas pueden modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el
ejercicio de su libertad.
LA DIGNIDAD HUMANA, UN VALOR FUNDAMENTAL
En la filosofía moderna y en la ética actual se propaga una
subjetivización de los valores y del bien.
Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se
expresa en la idea de que no es posible derivar ningún tipo de deber a partir
del ser de las cosas. El paso siguiente nos lleva a concluir que por valores
entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo cual convertimos
el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras decisiones.
En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el
resultado de la voluntad de las autoridades del estado, que son las que
determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - y lo que no lo es.
En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y
malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de impresiones o
reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo como en el
empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como una idea
subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un grupo o de un
pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total. Así por ejemplo, el grupo
podría acordar que los judíos no son seres humanos o que no poseen dignidad, y
que por tanto se los puede asesinar sin miedo a castigo alguno. Para esta
teoría no existe ningún fundamento que se base en la naturaleza de las cosas y
cualquier punto de vista puede además variar de una a otra época. No existe
ninguna barrera segura de valores frente a la arbitrariedad del estado y el
ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a
los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el poder de la
inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el hombre es
capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que forma
parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo, el hombre lo
trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia y por su
libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta finalidad.
Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior
con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos
"dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede
reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás.
Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano retirarselo a alguien. Es
algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una
actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo
(actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se nos
presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que,
como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres
humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por
consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a
la especie humana, por su particular potencial genético - que la enfermedad
sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el individuo recibe la
terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo digno y merecedor de
respeto.
AUTONOMIA:
Según el artículo 2º de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre,
de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de
dependencia, se entiende por:
1) Autonomía: la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia
iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las
normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas
de la vida diaria.
2) Dependencia: el estado de carácter permanente en que se encuentran las
personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la
discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental,
intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o
ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el
caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros
apoyos para su autonomía personal.
Autonomía, en filosofía,
psicología y sociología, es la capacidad de tomar decisiones sin intervención
ajena.Teniendo un buen desarrollo mental y psicológico son caracteristicas
fundamentales para tener un buen criterio de decisiones.
EUTANASIA:
La palabra “eutanasia” a lo largo de los tiempos ha
significado realidades muy diferentes. Etimológicamente, eutanasia (del griego
“eu”, bien, “Thánatos”, muerte) no significa otra cosa que buena muerte, bien
morir, sin más.
Sin embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro
sentido, algo más específico: procurar la muerte sin dolor a quienes sufren.
Pero todavía este sentido es muy ambiguo, puesto que la eutanasia, así entendida,
puede significar realidades no sólo diferentes, sino opuestas profundamente
entre sí, como el dar muerte al recién nacido deficiente que se presume que
habrá de llevar una vida disminuida, la ayuda al suicida para que consume su
propósito, la eliminación del anciano que se presupone que no vive ya una vida
digna, la abstención de persistir en tratamientos dolorosos o inútiles para
alargar una agonía sin esperanza humana de curación del moribundo, etc.
2. ¿Qué se entiende
hoy por eutanasia?
Hoy, más estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado
homicidio por compasión, es decir, el causar la muerte de otro por piedad ante
su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere.
Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no
siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, e incluso a veces se
prefiere, según el momento, una u otra acepción para defender tal o cual
posición dialéctica. Esto produce con frecuencia la esterilidad del debate y,
sobre todo, grave confusión en el común de las gentes.
3. ¿Es, pues,
especialmente importante el significado de las palabras en esta materia?
Es de extrema importancia, porque, según la significación
que se dé al término eutanasia, su práctica puede aparecer ante las gente como
un crimen inhumano o como un acto de misericordiosa solidaridad. Estas
diferencias tan enormes obedecen con frecuencia a la distinta manera de
entender la significación de la palabra, es decir, la realidad que se quiere
designar.
No se puede ignorar, sin embargo, que en el debate público
también se da no pocas veces, por parte de los patrocinadores de la eutanasia,
una cierta manipulación - querida o no - de las palabras, cuyo resultado es
presentar ante la opinión pública la realidad de la eutanasia como algo más
inocuo de lo que es (se dice "muerte dulce", "muerte
digna"), y propiciar así su aceptación social; como si no existiera,
o fuera secundario, el hecho central de que en la eutanasia un ser humano
da muerte a otro, consciente y deliberadamente, por muy presuntamente
nobles o altruistas que aparezcan las motivaciones que lo animen a ejecutar tal
acción y por poco llamativos que sean los medios que utilice para realizarla.
Todo esto no quiere decir que el debate sobre la eutanasia
dejaría de existir si todos hablásemos de lo mismo y otorgásemos al término
idéntico significado. El debate también se produciría aun cuando por eutanasia
todos entendiesen una sola cosa: el causar la muerte de otro, con su
consentimiento o no, para evitarle dolores físicos o padecimientos de otro
tipo, considerados insoportables.
Tomada la eutanasia de esta manera, existen algunas personas
y grupos partidarios de legalizarla y de darle respetabilidad social, porque
interpretan que la vida humana no merece ser vivida más que en determinadas
condiciones de plenitud, frente a la convicción mayoritaria que considera, por
el contrario, que la vida humana es un bien superior y un derecho inalienable e
indisponible, es decir, que no puede estar al albur de la decisión de otros, ni
de la de uno mismo.
4. ¿Qué se va a
entender por eutanasia en esta obra?
Llamaremos eutanasia a la actuación cuyo objeto es causar
muerte a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de éste,
bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el
calificativo de digna.
Así considerada, la eutanasia es siempre una forma de
homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya mediante un acto
positivo, ya mediante la omisión de la atención y cuidado.
5. ¿Por qué se
escoge esta definición?
Porque en ella están los elementos esenciales que configuran
un fenómeno complejo como es la eutanasia:
· la muerte ha de
ser el objetivo buscado, ha de estar en la intención de quien practica la
eutanasia: no es eutanasia, por tanto, el aplicar un tratamiento necesario para
aliviar el dolor, aunque acorte la expectativa de vida del paciente como efecto
secundario no querido, ni puede llamarse eutanasia al resultado de muerte por
imprudencia o accidente;
· puede producirse
por acción (administrar sustancias tóxicas mortales) o por omisión (negarle la
asistencia médica debida); ha de buscarse la muerte de otro, no la propia. No
consideraremos el suicidio como forma peculiar o autónoma de eutanasia,
Los motivos son un elemento sustancial para hablar de
eutanasia con propiedad.
· puede
realizarse porque la pide el que quiere morir. La ayuda o cooperación al
suicidio sí la consideramos una forma de eutanasia;
· puede realizarse
para evitar sufrimientos, que pueden ser presentes o futuros, pero previsibles;
o bien porque se considere que la calidad de vida de la víctima no alcanzará o
no mantendrá un mínimo aceptable (deficiencias psíquicas o físicas graves,
enfermedades degradantes del organismo, ancianidad avanzada, etc.).
El sentimiento subjetivo de estar eliminando el dolor o las
deficiencias ajenas es elemento necesario de la eutanasia; de lo contrario
estaríamos ante otras formas de homicidio.
6. ¿No es muy
estricto el significado de la eutanasia expuesto?
Más que estricto quiere ser preciso, y eso por dos razones:
primera, porque solo acotando con precisión la realidad que se quiere designar
será posible saber a qué nos estamos refiriendo; segunda, porque este
significado coincide también con lo que los patrocinadores de la legalización
de la eutanasia quieren que prospere: que se legitime el que un hombre dé
muerte a otro dadas ciertas circunstancias.
Como más adelante se verá, por ejemplo, la renuncia a la
obstinación terapéutica sin esperanza - que se suele designar como
encarnizamiento terapéutico - merece una consideración aparte y, en sentido
estricto, no puede considerarse eutanasia, aunque desde el mero punto de vista
etimológico sea, desde luego, una forma de favorecer la "buena muerte".
Este es un ejemplo concreto de lo fácilmente que se introduce la confusión en
esta materia por los diversos significados que pueden darse a una misma
palabra.
7. ¿Cuántas clases
de eutanasia hay?
Según el criterio que se emplee, hay diversas clasificaciones
del fenómeno de la eutanasia que dependen también del significado que se dé al
término.
Desde el punto de vista de la víctima la eutanasia puede ser voluntaria
o involuntaria, según ser solicitada por quien quiere que le den muerte o
no; perinatal, agónica, psíquica o social, según se aplique a recién
nacidos deformes o deficientes, a enfermos terminales, a afectados de lesiones
cerebrales irreversibles o a ancianos u otras personas tenidas por socialmente
improductivas o gravosas, etc. Algunos hablan de auto eutanasia refiriéndose
al suicidio, pero eso no es, propiamente, una forma de eutanasia, aunque muchos
de sus patrocinadores defienden también, con arreglo a su propia lógica, el
derecho al suicidio.
Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue
entre eutanasia activa y pasiva, según provoque la muerte a otro por
acción o por omisión, o entre eutanasia directa e indirecta: la
primera sería la que busca que sobrevenga la muerte, y la segunda la que busca
mitigar el dolor físico, aun a sabiendas de que ese tratamiento puede acortar
efectivamente la vida del paciente; pero esta última no puede tampoco llamarse
propiamente eutanasia.
Existen muchas más clasificaciones posibles y una misma
acción puede, a su vez, incluirse en varias de las modalidades referidas aquí.
Pero todo esto es, en el fondo, secundario, y con frecuencia contribuye a
aumentar la confusión sobre la realidad del problema, en lugar de ayudar a
esclarecer la cuestión. De ahí que, para poder referirnos a un concepto que
admitan tanto los partidarios de la eutanasia como los defensores de la vida,
la hayamos definido en los términos expuestos más arriba, sin detenernos en
ulteriores divisiones o clasificaciones.